Aprovechando el reciente 70 aniversario de la gran obra “El Principito” de Antoine de Saint- Exupéry, en esta entrada me gustaría a reflexionar sobre la filosofía y la vida a partir de un texto muy sugerente de esta maravillosa obra:
“—Vete a ver las rosas; comprenderás que la
tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un
secreto.
El principito se fue a ver las
rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada se
parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie.
Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil
zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas
oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son muy bellas, pero están
vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer
indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se
sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a
la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres
que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse
y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.