lunes, 24 de febrero de 2014

Atreverse con el amor romántico

Un restaurante elegante, pétalos de rosa, la torre Eiffel, un atardecer... todos tenemos en la cabeza estos y muchos otros elementos que relacionamos inconscientemente con lo romántico. Las siguientes imágenes pueden ser prototipos del romanticismo en estado puro, tal como se suele presentar: 



Lo romántico habla de pasión, de amores épicos, de alabanza desmedida al amado... pero no sabe nada de lo cotidiano, y por eso no es sino una cáscara vacía si no se pone al servicio del amor, siendo amor romántico y no mero romanticismo

El romanticismo es tan idealizado que a veces parece que habla de seres que no son humanos. En los poemas más elevados se habla de la amada o el amado como seres inalcanzables, etéreos, maravillosos... pero en el fondo es una caricatura donde la otra persona en el fondo queda olvidada porque se le superpone una silueta irreal. La persona que amamos es de carne y hueso, y el amor debe atravesar cada una de sus dimensiones. Algunos ejemplos "poco románticos" pueden ser aguantar el mal humor, comprender las manías, perdonar los fallos, aceptar las limitaciones... solo así se llega a la persona real a la que se dirige el amor. 

El romanticismo se nutre del instante, de un momento pasional, bonito... pero no es capaz de dar cuenta del futuro, del compromiso, de la verdadera entrega, "a las duras y a las maduras" como se dice popularmente. Se puede decir que el romanticismo se plasma en un cuadro, pero el amor se escribe en un libro porque tiene historia, recorrido, a través de la cual crece y se eleva: 


El amor es entrega, es poner el bien del otro, hacerle la vida más amable, y eso a veces no es bonito en el sentido romántico: puede ser lavar unos platos, aguantar un mal día o quedarse despierto hasta altas horas de la noche. Pero ese es el elemento romántico que hay que incorporar al amor: el del detalle. No el detalle de flores y champán, sino el verdadero detalle, que se inserta en la vida, en las verdaderas necesidades del otro. 

No consiste en rechazar el romanticismo e irnos al extremo de lo pragmático, de lo calculado, y quitar la ilusión y la "magia" que tiene el amor; sino de conseguir penetrar el amor con lo bueno que pueda aportar el romanticismo (que algo tendrá en su esencia de bueno si tan extendido está, aunque esté desdibujado por falta de integración). 

Por eso, en vez de romanticismo puro, que es efímero porque muere en el momento, porque es solo una máscara de apariencia; hay que defender el amor romántico, en el sentido de  un amor detallista, que busca en lo cotidiano (y en lo extraordinario) el bien del otro de una forma constante, construyendo de esta manera una vida con sentido, con la unidad que da un corazón abierto sinceramente a otra persona. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario