martes, 14 de mayo de 2013

La lógica y el amor


⩝t ∃x ∃y (xy)
Sea el caso donde a = tú y b = yo:
⩝t (♥ba)
Nota: ♥ es un relator diádico que significa amar con locura


El anterior argumento se podría leer: “Para cualquier instante de tiempo t, hay alguien que ama con locura a otro alguien. Dado el caso que el primer sujeto soy yo y el segundo tú, la conclusión es que en cualquier instante de tiempo t estaré en una relación diádica contigo que significa amar con locura, es decir, SIEMPRE TE AMARÉ.”

Si un enamorado le escribe en un tweet a su amada t (♥ba), puede ser que la amada se emocione, aunque también puede ser que no se entere del significado de la fórmula de lógica de primer orden. Sin embargo, de lo que no cabe ninguna duda, es de que el origen de la posible emoción de la amada no estará en el alto grado de conciencia y expresión de su amor que el enamorado ha conseguido a través de la lógica. El origen de la emoción de la amada estará en el propio amor del enamorado, y la lógica no habrá sido más que un medio original de transmitirlo.
Esto que parece evidente con este ejemplo, no parece serlo en la filosofía del siglo XX, donde la lógica tiene un cierto aura de camino celestial y hegemónico hacia la verdad en muchos ámbitos filosóficos. Tras muchos siglos de incertidumbre, oscuridad y absurdo, la lógica aparece como la herramienta definitiva para solucionar el cajón de sastre en el que parece haberse convertido la filosofía.
Recuerdo con una sonrisa el momento en el que leí a Leibniz decir, a propósito de su cálculo, que en el futuro los filósofos ya no discutirían, sino que ante una cuestión en desacuerdo, sacarían sus libretas y se pondrían a calcular quién llevaba razón. Creo que algo de esto hay en cierta medida hoy en día, incluso agudizado por el avance tecnológico, ya que en el supuesto de Leibniz, ya no harían falta ni libretas, porque podríamos poner a calcular a los ordenadores, de forma mucho más eficiente que a un ser humano. Creo que el propósito de describir el lenguaje del pensamiento puro de Frege en el fondo no andaba lejos de estos propósitos.
En esta situación, el filósofo se ha convertido en informático y si no se convierte, no dice más que tonterías, opiniones llamativas en el mejor de los casos, porque no han pasado el arduo filtro de la lógica omnipotente. La lógica es el criterio de validez de la sabiduría.
Me pregunto entonces donde queda Sócrates paseando por Atenas, pinchando y molestado con sus preguntas insidiosas. Me pregunto donde queda el asombro, donde queda la contemplación. Asombrarse es no tener bajo control, porque si lo controlas, no te sorprende. Si la lógica es el único método, ya no cabe el asombro y la contemplación, solo preparar los problemas y las preguntas para ser introducidos en las máquinas de cálculo y esperar la respuesta.
Pero volvamos a nuestro enamorado, quien ha leído nuestro discurso acerca de las maravillas de la lógica, y decide proseguir en su uso de la lógica aplicada al amor. Reúne todas las características de su amada y ejecuta el algoritmo que realiza el cálculo correspondiente a la pregunta ¿debería casarme con Fulanita? El primer resultado del cálculo es que sí debería casarse, y le indica el día, hora, minuto y segundo adecuados para ello, así como el lugar. Le facilita también la lista de invitados y el color del mantel y las flores. También le recomienda vestido de novia de un par de tallas menos que la de Fulanita, así como una dieta estricta para que logre entrar en el vestido idóneo.
El enamorado está un poco aturdido sin saber muy bien que pensar, cuando el ordenador le avisa que ha incluido más parámetros en el cálculo lógico y la respuesta ha cambiado. El enamorado, sorprendido, consulta la nueva respuesta, y la máquina le indica que en base a las preferencias del enamorado (color de los ojos, aficiones, número de pie…), ha encontrado 213 candidatas de su propia ciudad que encajan mejor con él que Fulanita, y le aconseja “suspender” la operación matrimonio y comenzar la operación “cortejo” con una nueva candidata.
Nuestro enamorado ya no está aturdido sino indignado, enfurecido. ¡Qué sabrá una máquina de su amor por Fulanita! Fulanita no puede ser capturada por ninguna descripción lógica ni por ningún racimo de características. Fulanita es valiosa por ser Fulanita, por ser esa persona única e irrepetible a quien nuestro enamorado quiere cuidar y amar durante toda su vida.
Y es qué por muy útil que sea la lógica, ¡qué puede decir en última instancia de la realidad, si la desconectamos de la filosofía en sentido amplio y del sentido común que comenta Kripke! La lógica es una herramienta, que el ser humano decide o no decide usar, y además decide cómo, dónde y por qué usarla. Todas estas decisiones no pueden ser lógicas porque están por encima de ella, porque versan sobre ella.  
La filosofía tiene que ver con lo real, tiene que ver con nuestra vida. Y nuestra vida no puede añadirse como una premisa más en el argumento. Por otro lado, la esencia de la realidad no puede expresarse mediante condicionales y disyuntores. El filósofo puede hacer un uso (y puede ser un gran uso) de la lógica, pero no puede olvidar su condición de ser humano en búsqueda de la verdad, que desborda lo que la lógica puede ofrecer.
Este ensayo habla de la lógica y del amor. Por eso, quiero concluir diciendo que no es malo que en nuestro amor a la búsqueda como filósofos aparezca la lógica, lo que sí es malo es que ese amor en vez de ser a la verdad sea amor a la lógica, y constriñamos así nuestra vida y nuestro espíritu en una estructura lógica que nunca le puede hacer verdadera justicia. La lógica tiene su lugar en nuestro camino, pero no puede ser el camino. Primero se ama y luego se escribe el tweet original de nuestro enamorado, pero nunca se utiliza la lógica para llegar saber que estamos enamorados. 

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