Escribo este texto a raíz de una conversación sobre la responsabilidad de la propia vida en una actividad de formación como monitor de jóvenes. Y es que es tan cierto como fácil de olvidar que somos seres libres, con capacidad de dar razón del camino que tomamos en la vida.
Configuramos nuestra vida en cada acción, en cada paso que damos, pero es necesario elevar la mirada, porque si no, nos quedamos en el árbol pero no podemos ver el bosque. Hace falta una mirada profunda hacia nuestro futuro que sea como una flecha que parta de nuestro presente hacia nuestro futuro, pero que también incluya en su cola todo nuestro pasado. Se trata de una unidad de vida, un "plan de viaje", que como es evidente, como ocurre en muchos viajes, sufrirá imprevistos que cambiarán nuestros planes, pero siempre tendremos ese destino en el horizonte. Igual que Ulises tuvo mil y una desventuras, siempre llevo en su corazón Ítaca, que es lo que da unidad a todo su viaje. Los baches y charcos dificultan nuestro camino, pero no apartan nuestra mirada del objetivo, como el monte en el camino del montañero.