Es bueno hacer las cosas que pensamos, por aquella gran verdad que glosa mi admirado filósofo Gabriel Marcel diciendo “quien no vive como piensa termina pensando como vive”. Por eso, en un blog de filosofía donde se reivindica pensar desde la vida, sería una incoherencia no anclar algunas reflexiones en elementos tan cotidianos como puede ser una taza de desayuno. En mi taza del desayuno (no en la de otro, lo de pensar sobre la vida no casa muy bien con la tercera persona) está escrita la siguiente frase: “Te volvería a decir que sí un millón de veces”. Suena inspirador, como tantas de esas frases motivadoras que está de moda poner en objetos como tazas, cuadernos, etc. No obstante, más allá de esta impresión inicial, esta frase encierra una gran verdad: la decisiones importantes no se dejan de tomar nunca.