martes, 12 de marzo de 2013

El filósofo buscando la filosofía (reflexión al hilo del pragmatismo filosófico)

Reflexiones breves acerca de cómo posicionarse ante la verdad al hilo del artículo del profesor J. Nubiola Pragmatismos y relativismo: C.S. Peirce y R. Rorty Publicado en Unica. Revista de Artes y Humanidades de la Universidad Católica Cecilio Acosta, II/3, 2001, pp 9-21.

En primer lugar, creo que los dos extremos que se intentan evitar siempre cuando se busca una posición ante la verdad, en realidad no son extremos tan alejados, sino que son las dos caras de la misma moneda. Estoy hablando del dogmatismo y del relativismo. Ambas posiciones, en el fondo, no son afirmaciones gnoseológicas, sino voluntaristas.
 El dogmatismo o fundamentalismo pone una verdad como indubitable y totalmente fuera de la discusión racional, es decir, no es una verdad puesta por la razón, sino por la propia voluntad del que la pone. De la misma forma, el relativismo tampoco puede ser demostrado racionalmente, puesto que es intrínsecamente contradictorio como tesis racional. Ya desde Aristóteles, se tiene claro que la expresión “no existe ninguna verdad” si se toma como verdad, niega el relativismo al aceptar “una verdad”, y si no se toma como verdad, no se ha dicho nada a considerar.
Por todo lo dicho, la búsqueda de la postura respecto de la verdad no puede hacerse, como se ha planteado muchas veces, como búsqueda del punto medio entre dogmatismo y relativismo. Es necesario salir de estas categorías voluntaristas para poder lograr algo de verdadero valor, ya que tanto el dogmatismo y el relativismo son “dictaduras irracionalistas”, porque cierran el diálogo racional mediante un ejercicio despótico de la voluntad.
Una vez que hemos salido de este peligro, aparece otra confusión que también dificulta esta búsqueda: confundir la verdad con la conciencia de estar en la verdad, es decir, con el estado subjetivo respecto de la verdad, que se ha denominado tradicionalmente certeza. El problema de la modernidad no ha sido no buscar la verdad sino centrar su atención en la certeza. Esto se muestra claramente como problema al advertir que cabe mucha certeza al margen de la verdad, y que por tanto, la certeza no es criterio seguro de estar en buen camino hacia la verdad.
Aquí, todos los post-hegelianos en sentido amplio, es decir, todos los que hemos nacido más allá de 1831, empezamos a sospechar de posiciones demasiado optimistas acerca de la verdad, en especial, de caminos de un solo carril hacia ella. Tras ver caer tantos sistemas omniabarcantes como castillos de naipes, es legítimo huir de intentar monopolizar el camino hacia la verdad. En este sentido, el fabilismo y pluralismo que se resaltan del pragmatismo, aparecen como herramientas muy válidas, para sin negar la verdad, huir de la estela de la modernidad.
La postura que se describe en el artículo del profesor Nubiola es un “pragmatismo inteligente”, que no rechaza la verdad pero es más cauta respecto al camino hacia ella que los intentos que nos ha dejado la modernidad. Como hemos dicho, resaltan las notas de fabilismo y pluralismo como claves para el verdadero avance intelectual.
Respecto al falibilismo, creo que puede reflejar en cierta manera el hecho de que el hombre no puede agotar la realidad y que siempre pueda profundizar en ella. Sin embargo, no creo que se pueda decir que “una característica irreductible del conocimiento humano es su falibilidad”. Creo que el conocimiento humano puede ampliarse, mejorarse y completarse. Sin embargo, no veo por qué esto nos tiene que llevar a que todo sea revisable intrínsecamente. El que se pueda profundizar en algo, no significa que no podamos tener seguridad de haber alcanzado verdades indubitables. Por ejemplo, que el hombre es un ser espiritual y no meramente material no una verdad que parezca ser así y que tenga sentido, pero que pueda ser revisada y negada según lo que descubramos en el futuro (sin negar que se pueda profundizar mucho en esa verdad). Por tanto, es importante no confundir el que se pueda profundizar en la verdad siempre con que toda verdad sea provisional.
Respecto al pluralismo, creo que también es muy valioso plantear la búsqueda de la verdad como algo que se hace en relación con los otros, y también el valorar todas las perspectivas de ver la realidad. Creo que en el artículo se remarca acertadamente que las teorías son construidas por nosotros y como tales, pueden y deben, ser analizadas y sustituidas si es necesario.


Por último, un punto fundamental del interés pragmatista que se remarca en el artículo es la necesidad de la filosofía de hacer frente a los problemas que preocupan al hombre en su vida diaria, frente a la modernidad que, según el artículo, ha estado “alejada de los genuinos problemas humanos”. Estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de llevar la filosofía al ser humano como camino de resolver las grandes preguntas que se le plantean día a día. Pero esto no nos puede llevar al extremo de rechazar la tarea del filósofo de hacer frente a los problemas más teóricos y de fundamento, que aparentemente están alejados del hombre de a pie. Las preguntas sobre el sentido de la vida o sobre el mal, ejemplos de preguntas fundamentales que parecen inquietar al hombre más directamente, no pueden ser resueltas de forma profunda y completa sin una reflexión sobre metafísica, antropología, teoría del conocimiento, ética, etc.
Así como al hombre en general le interesa de la ciencia la tecnología que utiliza día a día como el ordenador o el automóvil, es igualmente cierto que es necesaria investigación en matemática, física, estadística, etc. que no suele interesar tanto, pero que es el fundamento de esos temas que sí interesan. Por eso, el filósofo debe enfrentarse a los problemas que preocupan más extendidamente al ser humano, pero también a los cimientos y las raíces de esos problemas, como hace el físico que estudia el electromagnetismo que permite funcionar a todos nuestros sistemas de telecomunicación.
En conclusión, el hombre frente a la verdad debe rechazar las posturas voluntaristas como el dogmatismo y el relativismo, sin caer en posturas que postulen un conocimiento intrínsecamente provisional. Además, si bien la búsqueda de la verdad del filósofo debe estar conectada con la vida y con las inquietudes humanas universales, no por ello debe abandonar la tarea de fundamentar, que es imprescindible para lograr un conocimiento valioso y profundo acerca de la realidad.

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