jueves, 28 de febrero de 2013

¿Es la filosofía para todos?

Al hilo de una discusión en clase de Filosofía del Lenguaje sobre la filosofía y su lugar, han surgido voces a favor y en contra de que la filosofía sea para todos. Antes de que pudiera responder, se ha agotado el tiempo de intervenir y no he afrontar la cuestión. El problema es que no es una cuestión intrascendente, sino que creo verdaderamente que es una de las claves que debe resolver la filosofía para estar donde debe estar. Por ello, creo que debo intentar decir algo sobre el tema. Sé bien que estas pocas líneas no van a resolver definitivamente nada, pero espero que sea parte de una reflexión acerca de un tema que personalmente me parece vital.
Caspar David Friedrich: El caminante sobre el mar de nubes 


miércoles, 27 de febrero de 2013

Escuchando a Vicente del Bosque. Una lección para la vida


El pasado martes 26 de febrero tuvimos la suerte de poder tener un coloquio con el seleccionador Vicente del Bosque en la Universidad de Navarra. Personalmente siempre he admirado su trayectoria, no tanto por su dimensión deportiva como su dimensión humana. Y estos rasgos profundamente humanos son los que volví a admirar en sus respuestas. Quiero señalar dos frases (podría traer muchas más), que creo que pueden iluminar estos puntos.




“Hay que aprender a ganar además de aprender a perder.”

Una de las primeras cosas que me llamaron la atención fue esta referencia, aparentemente contraria al sentido común. Siempre queremos educar a los niños a saber perder, a aceptar la derrota a través del juego y del deporte, algo que indudablemente tiene un gran valor.

Pero también es cierto que hay que aprender a ganar, y quizás uno revele más de sí mismo en la victoria que en la derrota.
El respeto hacia el vencido y los gestos que se tienen al haber alcanzado la cima suponen la verdadera victoria o la verdadera derrota, porque no hablan del deporte, sino de lo humano. El ser capaz de integrar la fama y el éxito dentro de un proyecto de vida de humildad, respeto y exigencia, es aprender a ganar, es que la victoria no nos construya un ego que ahogue o oscurezca la persona que somos. Y creo que en esto Vicente del Bosque siempre ha sido un ejemplo de comportamiento.

Wittgenstein tropieza al salir de la caverna


Querido Wittgenstein:

Le escribo para hacerle una reclamación sobre su Tractatus: a pesar de pretender haber solucionado los problemas de la filosofía, en realidad la ha vaciado y recortado. Usted somete a un régimen tan extremo a la filosofía en su obra, que no al final no queda más que un esqueleto descarnado, un método que ya no tiene contenido.
Quiero ilustrarle mi crítica con un mito del pasado que quizás no conozca, pero que creo que tiene relación con su intento de resolver los problemas de la filosofía. Le hablo del conocido mito de la caverna del pensador griego Platón. Creo que le hubiera caído bien, también le iba lo de las matemáticas. Tanto es así que en su Academia tiene escrito eso de “que no entre aquí nadie que no sepa geometría”.

viernes, 22 de febrero de 2013

Una última lección del maestro Leonardo Polo: "Ser un buen chico"

El pasado 9 de Febrero se hizo un vacío en el mundo de la filosofía con el fallecimiento de Leonardo Polo.

A uno le tiemblan las manos al escribir algo sobre él, puesto que como joven y estudiante en filosofía,  apenas he empezado a vislumbrar su pensamiento, si bien debo admitir que desde que empecé a oír hablar de él y a leerle, no puede ser indiferente. Además, hay una cosa que siempre me causa admiración: tanto los que están de acuerdo con él como los que no, le tienen un respeto como un profundo pensador. Un gran profesor de la  carrera, Enrique Alarcón, decía de él que era "el hombre con mayor capacidad especulativa que había conocido en vida."

jueves, 21 de febrero de 2013

Vaguedad, divino tesoro

Esta es una reflexión acerca de la vaguedad a partir del texto de B. Russell Vaguedad. Forma parte de los ensayos realizados en Filosofía del Lenguaje con el profesor J. Nubiola. 


La vaguedad es un regalo para el hombre. La vaguedad del lenguaje humano no es una desventaja sino un gran punto a su favor. En la mayor parte de las situaciones humanas, el lenguaje humano aporta la claridad suficiente para la comunicación. 


La discusión sobre los diferentes grados de calvicie es superflua, mientras que la posibilidad de designar un gran número de estados de mayor o menor carencia de cabello con una única palabra es algo de valor incalculable. Lo mismo ocurre con los nombres de los colores. Un color a nivel físico es una longitud de onda concreta de un espectro continuo, lo cual significa que hay infinitos colores. Bien es verdad que el ojo humano tiene una cierta resolución, y por tanto, no es capaz de captar infinitos colores, pero sí del orden de los millones de colores. La capacidad de agrupar esa gran cantidad de colores mediante unas etiquetas nominales  es una capacidad mucho más valiosa que la de poder nombrar una a una esas longitudes de onda. De igual modo, el tener el adjetivo “calvo” de gran amplitud de uso, es más valioso que tener un nombre para cada porcentaje de pelo respecto de la cantidad de pelo en un estado de nula calvicie.